
El presidente de A.T.E.J. Manzanares (Asociación Terapéutica del Juego), José Herrera Ramírez, accedió a una entrevista para denunciar la excesiva expansión de los juegos de azar, en los cuales las personas con problemas encuentran refugio, al final el juego acaba arruinándoles económicamente y físicamente, perdiendo todo lo que importa en la vida, familia, amistades, trabajo, etc. son los jugadores patológicos, ludópatas.
Para opinar sobre la ludopatía primero hay que saber su significado, “es una enfermedad adictiva en la que el sujeto es empujado por un impulso incontrolable por jugar. Se llega a perder la dignidad como persona, que es lo que más duele perder, el dialogo con la familia, todo, trabajo, familia, hijos, etc. Se empieza con la falta de diálogo, unos gastos excesivos y es la falta de control de los impulsos”. También cabe saber que en realidad no es un vicio, sino una enfermedad, aunque no lo vea así la mayoría de la sociedad.
Las primeras máquinas fueron las de un duro, luego cinco duros, y luego ya empezaron a subir. Empezó como una distracción, porque una máquina en la que se echaba un duro, “poco puede ser”, luego vinieron las máquinas tragaperras en las que las apuestas en algunas ocasiones, ya eran importantes. El problema viene cuando una persona adictiva ha echado por primera vez a una máquina, le toca un especial, o un premio importante, porque seguiría echando, hasta endeudarse y arruinarse, perdiendo el control sobre sí mismo.
Actualmente, entre el 5 y el 10% de los españoles padecen esta enfermedad, y sólo están bajo tratamiento, aproximadamente, el 10%.
Las ayudas por parte del Gobierno son prácticamente nulas; ahora están empezando a tomar conciencia de esta enfermedad, por ejemplo, instituciones como Sanidad y Bienestar Social, que son las que están tomando cartas en el asunto y están intentando colaborar con las asociaciones de ayuda a la ludopatía directamente, haciendo publicidad, propaganda, de vez en cuando dan algún tipo de subvenciones, a pesar de que toda ayuda por parte estatal se agradece, aunque las ayudas son bastante pequeñas, para gastos de prevención y detección y tratamiento del ludópata.
De momento, los beneficios que obtiene el Gobierno con los impuestos sobre el juego, son muchísimos, porque no sólo son de máquinas tragaperras, sino también de loterías, bingos, casinos, etc. y eso sube muchísimo los ingresos de una economía como es la española.
La forma de comenzar una adicción es muy sencilla y casual la mayoría de las veces, nadie se da cuenta de que está entrando en un mundo altamente adictivo. Se empieza echando una moneda, sin darte cuenta, lo que te ha sobrado de un café, puede gustarte y juegas de vez en cuando, es algo insignificante, después juegas casi a diario y empiezas a creer que todo es ganar, y efectivamente no es así, ya que la mayoría de las veces se pierde y llega un punto en el que cuanto más juegas más pierdes y quieres recuperar lo perdido, pero nunca podrás recuperar lo perdido, ya no el dinero, se pierde la razón humana.
Para que una persona, se dé cuenta de que es ludópata, lo primero que tiene que hacer es reconocer que tiene una enfermedad, de que le está ocasionando unos gastos y que está generando un malestar social, familiar y laboral. Lo que pasa que el ludópata en sí, no es el primero que se da cuenta en reconocerlo, le tienen que descubrir. La familia se tiene que dar cuenta cuando el sujeto pierde el diálogo, empieza a llegar más tarde de lo normal, padece ansiedad generalizada, tiene un cambio de carácter, expresa pensamientos recurrentes sobre juego, comienza a mentir más de lo normal y a tener extrañas anécdotas, intenta tener una discusión o que se la provoquen para salirse y hacer lo que más le gusta, jugar, etc.
Lo primero que tiene que hacer la persona en sí para salir de esta enfermedad, es tomar conciencia de que es un enfermo que tiene una adicción, y tiene que tener claro que no se puede dejar cuando se quiera, es como el alcohol o el tabaco, te pones delante de una máquina y ya todo son máquinas, entonces sientes una necesidad excesiva por jugar. La persona puede terminar de jugar y arrepentirse, pero a otro día, o al rato, ha vuelto a coger dinero para volverlo a jugar, para recuperar lo perdido anteriormente. Entonces, se empieza a pedir dinero, incluso llegas a coger dinero a tus hijos, pedir dinero a tu hermano inventándote cualquier cosa, como que te han puesto multas, que has dejado embarazada a la hija de tu vecino y la quieres llevar a que aborte pero tienes que pagar 300.000 pesetas, pedir dinero para pagar las letras de la casa para que no te embarguen, etc. Pero lo más importante que tiene que hacer, es acudir a un especialista de una organización terapéutica del juego para que le ayuden a salir.
José Herrera, afirma que era infeliz, perdió su dignidad como persona, su trabajo, su casa, sus hijos, su mujer, su familia en general, perdió prácticamente todo, y tuvo que llegar a ese punto para darse cuenta de que algo le estaba sucediendo, pero antes no había tanta información, antes se era simplemente un vicioso, te veían como un bicho raro, pero que estaba ahí. Estuvo a punto de suicidarse cuatro o cinco veces cosa que no consiguió hacer y empezó a darse cuenta de lo que estaba perdiendo a causa del juego. El dinero no le importaba, sus hijos le veían como un vicioso, su mujer no le veía como un marido; la dignidad fue lo que más le costó recuperar, para ello, fue a un psiquiatra y le mandó a una asociación donde pudieran tratar este tipo de enfermedad que si no es mediante terapia de grupo y con la ayuda familiar, es muy difícil salir. Solía gastar lo que tenía, porque si no tenía pedía y si no intentaba conseguirlo. Hay gente que llega a robar para jugar a las máquinas, a falsificar documentos, a estafar, a vender propiedades, hay gente que llega a hacer cualquier cosa para jugar. Ahora su única pregunta es: ¿Por qué lo hacía? Él se daba cuenta de lo que estaba haciendo, cuando perdía dinero, le dolía y no lo volvía a hacer durante un tiempo, porque en el momento en el que tenía dinero, volvía a hacerlo otra vez. Lo que más le duele, es que lo que hizo, no tiene explicación, no tiene excusa, cuando se cae en las manos del juego no hay distinción de clases, todos gastan todo lo que pueden. Él estuvo jugando entre diez y doce años, pero cuatro meses le sirvieron para darse cuenta de que su vida estaba cambiando, y que debía tomar conciencia y poner rumbo a su vida. Comenzó por recuperar lo que había perdido, trabajando duro y pagando sus deudas, ganó la confianza de su mujer y de sus hijos, no al cien por cien, pero ya empezaron a verle como lo que era, una persona. Ya lleva diez años rehabilitado y no juega a nada, ni lotería de ONCE, de Navidad, ni máquinas, bingos, nada. Y afirma ser feliz.
Unos años más tarde de su rehabilitación, con la ayuda de Cáritas Interparroquial de Manzanares y un psicólogo de Manzanares, que trabajaba en A.T.E.J. de Madrid, le propusieron crear una organización contra el juego patológico, y se fundó en Manzanares, en Octubre de 1996, A.T.E.J. Manzanares.
Para rehabilitar a una persona, lo primero que se hace es poner un tratamiento, se hacen unos test, se hacen unas normas, unas pautas que hay dentro de la asociación y a partir de ahí se le hace un seguimiento psicológico, para ver el grado de ludopatía que tiene esa persona. No solo enseñan a dejar de jugar, eso es lo más fácil, enseñan a cambiar de hábitos, y esto se consigue hablando con otras personas que hayan tenido esta enfermedad o que aún la estén padeciendo. En la primera entrevista que le hace al paciente le pone su caso como ejemplo y le dice lo que se gana y se pierde, y toma conciencia de que está hablando con una persona de su mismo lenguaje. Cuesta mucho dar el primer paso, es muy duro reconocer una enfermedad patológica, hay personas que vienen forzadas por la familia, que son a las que más trabajo les cuesta salir, y hay personas que vienen con la familia, pero voluntariamente, estas ya son conscientes de lo que les sucede, y tienen menos riesgos de recaídas que quien viene obligado. Hay que tener en cuenta que no todas las personas que juegan son ludópatas, ni todo el que se bebe una cerveza o un cubata es alcohólico, ni todo el que se fuma un porro es drogadicto, el problema viene cuando se depende de ello, cuando resulta imprescindible en el día a día; todo lo que se pueda controlar, no causa ningún tipo de problema.
En el tratamiento de rehabilitación de una persona ludópata, hay una serie de normas: control externo de dinero, hacer una cuenta acomunada, no se puede llevar dinero en un principio, el dinero que se lleva hay que llevarlo justificado y hay que dar cuentas al familiar. Cuando se llega a la asociación hay que venir acompañado de un familiar para hacer la primera entrevista y luego para su seguimiento y ayuda, también pueden acompañarles. Las normas más importantes, son la sinceridad y la verdad.
El consejo de José Herrera para los que permanecen atrapados por el juego, “es que lo mejor es darse cuenta de que eso no conduce a nada, y tienen que aprender lo que se pierde y lo que se gana, porque lo económico no tiene valor, lo que sí que lo tiene es la familia, y la dignidad como persona. Porque para cualquier otra enfermedad vamos al médico, pero la ludopatía, no es una cosa que se pueda curar con medicinas, sino relacionándose con personas que sepan realmente lo que es estar enfermo de ludopatía”.
Para concluir, la única forma de que se pueda empezar a solucionar el problema del juego, es evitando que las máquinas tragaperras estuviesen en los bares, que las pusiesen en sitios especiales, como el casino, para que quien quiera vaya a buscarlas, así habría menos ludópatas. También cabe saber que en esta organización no sólo trabajan con personas mayores, sino que también trabajan con personas adolescentes. No sólo es ludópata la gente que juega en las máquinas tragaperras y demás, también lo son las personas que dependen del móvil o de Internet.