domingo, febrero 03, 2008

LUDOPATIA: JUEGO EN EL TODOS PIERDEN, MENOS UNO...

Se empieza como una distracción echando una moneda, sin darte cuenta, lo que te ha sobrado de un café. Puede gustarte y juegas de vez en cuando. Es casi insignificante. Después juegas casi a diario y empiezas a creer que todo es ganar. Efectivamente, no es así, ya que la mayoría de las veces se pierde y se llega a un punto en el que cuanto más juegas más pierdes y más quieres recuperar lo perdido. Pero no puedes. En este punto lo peor que se pierde no es el dinero, es la razón humana.


Se sigue pidiendo dinero, inventado excusas como que te han puesto una multa, que debes una letra de la casa y si no la pagas te desahuciarán, que has dejado embarazada a la hija de tu vecino y quieres llevarla a que aborte,… hasta se llega a robar, no sólo en tiendas, también el dinero que han ahorrado tus hijos.


Se imaginan a Ricardo III diciendo: “¡Un juego, mi reino por un juego!”, en vez de por un caballo.


La ludopatía es un fenómeno muy actual y, quizás, demasiado corriente. Se estima que entre un 5 y un 10% de la población española la padezca, y, de ese porcentaje, sólo estarían bajo tratamiento el 10%. Por supuesto, las ayudas que ofrece el gobierno son prácticamente nulas, o por lo menos muy escasas; pero los ingresos que por el juego recibe son muy importantes.


Podríamos definirla como “una enfermedad adictiva en la que el sujeto es empujado por un impulso incontrolable por jugar. Se llega a perder la dignidad como persona, que es lo que más duele perder; el diálogo con las personas; todo: trabajo, amigos, familia,… Se termina convirtiendo en un descontrol de los impulsos”. Así la definía José Herrera Ramírez, presidente de ATEJ Manzanares (Asociación Terapéutica del Juego).


El juego de azar es más antiguo que el dinero, se tienen noticias de él desde el 2000 a.C, y tuvo cierta importancia en civilizaciones antiguas como la egipcia, la griega y la romana. Pero no se empezó a estudiar hasta 1975. En 1978 se lo define como juego patológico. Hasta 1980 no se llama enfermedad a la adicción al juego.


Muchos piensan que la ludopatía no es una enfermedad sino un vicio. Según el diccionario de la RAE, enfermedad es “alteración más o menos grave de la salud”, y vicio: “falta de rectitud o defecto moral en las acciones”. Viéndolo así, la ludopatía produce una alteración en la salud de una persona, aunque parezca un defecto moral, y presenta unos síntomas más o menos claros.


Un detalle importante es que no todo el que juega es un ludópata, de la misma manera que no es un borracho todo el que se bebe una cerveza, ni drogadicto todo el que se fuma un porro. El problema viene cuando se depende de ello. Cuando se puede controlar no tiene ningún inconveniente. Lo que ocurre es que para muchos se convierte en un refugio y esperan cambiar su futuro, o por lo menos, en el caso del juego, tener la posibilidad de saborear el triunfo.

Cuando empieza a ser un problema, se pierde el diálogo, se empieza a llegar más tarde de lo normal, se padece ansiedad generalizada, se tiene un cambio de carácter, se expresan pensamientos recurrentes al juego, se comienza a mentir más de lo normal y a tener extrañas anécdotas, se buscan discusiones le permitan irse y hacer lo que más le gusta, jugar, aunque eso suponga la ruina.


Hay unos pasos importantes para salir de las garras del juego. Primero, es el paso que siempre cuesta más trabajo dar, hay que reconocer que se tiene una enfermedad. Segundo, hay que tener claro que no se puede dejar cuando se quiera, es como el tabaco o el alcohol, se necesita un sacrificio. Por último, buscar un tratamiento.


Según el director de ATEJ de Manzanares, las personas que van a tratamientos obligadas por la familia, son las que más problemas tienen para salir. Aquéllas que lo hacen voluntariamente ya son conscientes de que tienen un problema, por lo que el primer, y más difícil, paso ya está dado. Si se quiere ayudar, más que forzar hay que intentar abrir los ojos. Desde luego no es algo que se cure solo.


Un proverbio ruso dice: “Reza, pero no dejes de remar hacia la orilla”